En la parroquia de San Ramón Nonato repartían comida para 600 personas del barrio antes de la pandemia. Ahora, la cifra llega a 1.300. Más del doble. Cada día reparten cientos de kilos del balco de alimentos, junto a bocatas, táperes y raciones.
El Banco de Alimentos de Madrid también lo ha detectado. Si en marzo atendían a 150.000 personas, en abril son 190.000 y subiendo, afirma una portavoz. Las solicitudes se han incrementado un 30% por la pandemia.
El stock que tenían era para tres meses, “pero a este ritmo nos quedamos sin él”, explica, preocupada. El Ayuntamiento dice que ha recibido en marzo el mismo número de peticiones de ayuda alimentaria que en todo 2019: más de 34.000. Los comedores sociales han cuadruplicado el número de usuarios que atienden a diario. Cáritas también alerta: “Las peticiones de ayuda se han triplicado, y el 40% de estas solicitudes vienen de personas que lo hacen por primera vez”. Madrid afronta ya otra curva de la pandémica: la social.
Los 230.000 vecinos del distrito de Puente de Vallecas son los que han empezado a sufrir con más fuerza el comienzo de la pobreza, que ya antes de la pandemia tenían la renta per cápita media más baja de la capital. De ellos, 20.000 ya estaban en paro antes de la pandemia. Muchos de ellos han visto cómo sus pocas horas de trabajo al día se han fulminado en las últimas cuatro semanas. No hay paga diaria. Vivir al día se ha transformado en acudir a la parroquia a recoger alimentos.
Muchos se han cansado de llamar a las instituciones para pedir. Las cifras oficiales no recogen las solicitudes que no llegan a presentarse. A falta de los datos de abril, las colas para pedir comida anuncian que se ha multiplicado. La cola de comida es tan larga que los voluntarios se han visto a trazar dos carriles, uno para los que ya venían antes de la crisis o de crisis anteriores y otro para los nuevos, los más silenciosos, los tímidos, los avergonzados. “Todo apunta a que esta crisis va a ser peor que la de 2008. Al problema del empleo se sumarán los hijos descolgados en las aulas y los problemas intrafamiliares del confinamiento”, cuenta el sociólogo de la Universidad Autónoma Josep Lobera.
“Los trabajos precarios no guardan colchón económico”, dice Matilde Masó, socióloga y economista en la Universidad de A Coruña. “A diferencia de pandemias anteriores, esta puede tener efectos sociales y económicos distintos a los que históricamente hemos observado en estas situaciones. El impacto de las medidas de confinamiento está siendo desigual por el nivel de ingresos”, avisa Gonzalo López, doctor en Economía por la Complutense.
El pitbull de grandes dimensiones que ha acabado con la vida de su dueño de 26 años será presumiblemente sacrificado tras lo sucedido.
El presunto asesino en serie queda con los hombres a través de apps de citas y posteriormente los droga para robarles en Bilbao.