La cadena de hoteles VP es un ejemplo de la reinvención que prepara la industria turística en España ante su verano más negro. Cree que la clave para captar a los pocos turistas que haya en Madrid será venderse como un espacio extremadamente limpio.
“Queremos que sea el hotel más seguro de toda España”, afirma el director de la cadena VP, Javier Pérez Jiménez.
Todavía no se han publicado las reglas que deberán acatar hoteles o restaurantes cuando puedan reabrir, ni tampoco la fecha, pero Pérez Jiménez considera que el mínimo legal será insuficiente para su hotel de superlujo. La clave para atraer clientela será aspirar a más, sin importar se un poco “paranoico”. Para el VP Plaza de España, las medidas extremas son una necesidad, pues sus huéspedes suelen ser el público más vulnerable al Coronavirus, ya que de media superan los 50 años.
Los clientes del establecimiento deberán someterse a un test rápido al entrar, explica el director. Para ello se habilitaría una de las salas en la planta baja, pero no descarta que la prueba deba de hacerse en una ambulancia en la puerta. A continuación, recibirán un kit de bienvenida con material de protección: Guantes, mascarilla y gel. Sus habitaciones serán como “búnkeres”, el lugar más protegido. Prácticamente hallarán dispensadores de gel desinfectante en cada rincón.
En los restaurantes se acabó lo de pasar un trapo por encima de la mesa, en adelante se utilizarán unas vaporetas de lavado a presión. El plan es ambicioso y caro, sólo al alcance de unos pocos gigantes del sector que podrán venderse como espacios limpios y seguros. La Asociación Empresarial Hostelera de Madrid está elaborando un protocolo para otorgar un certificado de “Hoteles Covid Free”. Más sombrías ven las cosas muchos dueños de multitud de bares, restaurantes y chiringuitos.
La mayoría parece descartar una transformación radical de sus locales, planeando invertir en elementos como mamparas. “La incertidumbre de no saber cómo ni cuándo nos can a dejar abrir nos tiene limitados”, reconoce Gildo Hidalgo, propietario de dos restaurantes en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). “Es muy jodido. Me da mucha pena por los trabajadores que tenemos, porque si antes tenías ocho empleados para 70 comensales y ahora sólo te dejan meter a 20… pues ya me dirás”, se lamenta.
“Las prohibiciones nos tienen en vilo”, se suma Guillermo García Muñoz, otro empresario hostelero de la misma localidad, uno de los municipios con mayor tasa de paro en España (30,25% en febrero). Es propietario de un bar, un chiringuito y una discoteca, y su visión tampoco es halagüeña. “La reapertura de la discoteca la doy por perdida, es un negocio que sólo es rentable cuando está al completo. El chiringuito lo tengo en propiedad, si no lo abro no genera pérdidas. El bar lo puedo sostener porque el propietario del local no me está cobrando el alquiler”.
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