Antes del pasado E3, millones de Nintenderos a lo largo y ancho del mundo miramos nuestras Wiis y pensamos “Maja, como salga algo así como un sensor de vitalidad te mando al trapero”.
Por suerte para nuestras blancas, junto al sensor de vitalidad apareció un juego que resplandeció en los ojos de todo el que alguna vez ha tenido alma: Super Mario Galaxy 2.
El trailer nos dejó a todos llorosos, llenos de inocencia infantil, pero un análisis pormenorizado del video nos hace ver cosas que no vimos las cuatrocientas primeras veces que lo pusimos.
Y resulta mejor de lo que jamás soñamos.
En primer lugar, lo obvio: Yoshi ha vuelto.
Y ha vuelto por todo lo grande.
Si bien en este juego apenas veremos nuevas transformaciones para Mario (espero, de hecho, que eliminen a Mario-muelle, artífice real de mi desespero en la galaxia de juguetes), que ahora serán para Yoshi.
Nuestro dinosaurio favorito cambiará de color al comer determinadas frutas (no, aquí no habrá huevos.
Fans del Yoshi’s island, este no es vuestro día) y podrá, entre otras cosas, salir disparado o planear con su aliento.
Olvidaos, eso sí, de verle correr en el aire, pues se ha confirmado que jamás ocurrirá.
Pero hay más: Mario seguirá volando por el espacio de estrella en estrella, sí, pero también podrá taladrar el suelo para ir al otro lugar del planeta, a no ser que algo se interponga en su camino y tenga que volver a empezar.
¿Os sabe a poco? ¿Y qué os parece si digo que podremos usar el tiempo bala a lo Max Payne? Efectivamente, Mario tendrá a su disposición un interruptor, usado básicamente para evitar a Bill Balas, pero también para encontrar esas monedas rojas que, de otra manera, serían absolutamente imposibles de coger.
Tiempo bala, Mario taladro, Yoshi… ¿Qué aun necesitais un empujón más para demostraros que esto ya no es la primera parte? Muy bien.
Volverá a aparecer el muñeco de nieve de Mario 64 en lo que es un ataque en toda regla al compartimento de la nostalgia que todos tenemos en nuestro cerebro.
Por si esto fuera poco, volverá la fabulosa BSO, las pantallas en pseudo-2D, los misterios, las estrellas, los personajes ocultos, las sorpresas, los diseños de niveles más increíbles de la historia de Nintendo, una dificultad multiplicada por mil, 120 estrellas… Vuelve Mario, por Dios.
Solo esto debería ser motivo de satisfacción para todos.
Por mucho que, según Miyamoto, vaya a tener menos historia que Pacman.
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