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Mendigogame, el MMO que te enseña a ser un indigente

Seguro que muchos de vosotros estáis mirando a la crisis con miedo y mal rollo, creyendo que en cualquier momento os vais a ir a la calle.
Ya podéis estar tranquilos: Si tenéis que vivir debajo de un puente, un nuevo MMO ha aparecido en España para ayudaros.

Su nombre, Mendigogame, una versión del éxito alemán Pennergame.
Preparaos para divertiros durmiendo entre cartones.
Pennergame, el formato original, fue creado por Niels Wildung y Marius Follert en Hamburgo.
Hoy en día es uno de los juegos online más jugados en el país de las salchichas y la cerveza.

Su argumento, lleno de polémica: El jugador se pone en la piel de un mendigo que intenta subir en la escala social atracando, trabajando de lo que pueda o bebiendo hasta emborracharse y asustando a la gente.
Por supuesto, no os imaginéis una ciudad en 3D perfectamente detallada, ni luchas cara a cara.
El juego se centra más bien en el texto, la imagen fija y una comunidad que se basa en los foros y en el chat.
Para jugar a Mendigogame no hace falta cuotas de inscripción ni microtransacciones.
Claro, que tampoco podréis matar orcos ni vivir más aventura que la de comer un bocadillo de lomo revenido.
Basta con un e-mail para crear un perfil en el que, poco a poco, podremos ir marcando nuestro nivel de aseo y de alcoholismo.
Además de poder escoger entre 27 mascotas (¿Alguien se ha fijado en lo que abundan últimamente los mendigos con gatos adorables?), el juego ofrece la posibilidad de tener una de entre 24 tipos de armas, 22 modelos de vivienda (cajeros, cartones, etcétera), 23 técnicas de defensa en las luchas de bandas, 9 instrumentos musicales y 8 lugares donde robar.
No será por falta de posibilidades, no.
La adaptación del juego tiene lugar en Madrid y se han preocupado en hacer que la experiencia parezca lo más real posible.
El juego tiene actualmente 14500 mendigos registrados y se han vendido más de 38000 kalimotxos.
Varias ONG han pedido ya la retirada del juego, que dentro de poco llegará a Latinoamérica.
Ni que nadie se lo esperara, vaya.
Vía

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