“A ver, ponte delante de Kinect. Ahí. Espera que te reconozca. Saluda con la mano. No te ha reconocido, sal un momento de la imagen. Ahora, vuelve a probarlo. Tarda un poco en reconocerte, pero es normal, ¿eh? Ahora, vuelve a entrar.
Selecciona con la mano lo que quieres. Ay, tienes que estar muy quieto para seleccionar la opción correcta. Pero bueno, ya te has fijado en lo fácil que es usar Kinect, ¿no?”Situaciones de este estilo parecen repetirse una y otra vez en los stands donde la gente quiere usar Kinect.
No es que el juego reconozca mal a la mayoría de personas (porque, por lo general, suele ir rápida y eficientemente), pero, si te ha tocado, el aparato puede tardar tiempo en permitirte jugar con él. Elitista que es. Y todo este rollo, ¿para qué? ¿Merece la pena el Kinect y sus juegos o pagar 150 euros es derrochar el dinero? Mi consejo es el siguiente: Si tenéis 150 euros (afortunados vosotros), no los gastéis en Kinect. Ahorradlos, gastároslos en golosinas, en viajar o en dárselos a los niños pobres, pero procurad alejaros a no ser que estéis ciegamente convencidos. Personalmente, no me ha convencido lo más mínimo la apuesta de Microsoft. Ni por manejo (que no es todo lo intuitivo que debería) ni por sus juegos. Triste, pero cierto.Ya elegir las opciones es un suplicio en muchas ocasiones. En el Dance Central, las opciones se eligen con la mano y lanzando el brazo hacia la izquierda. Pero si no lo haces con la suficiente precisión, te quedarás con las ganas. Supongo que es algo que se perfeccionará con el uso de Kinect, pero parece de todo menos útil. Lo mismo es válido para los juegos cuyas elecciones se realizan manteniendo la mano en el botón de “Aceptar” durante varios segundos.Estamos acostumbrados a pulsar el botón A y que todo suceda de manera inmediata, por lo que Kinect, a ratos, se nos antoja como un paso hacia atrás, hasta el punto de terminar pensando, al acabar de jugar, que tú no quieres ser el mando. Lo que tú quieres es tener un mando normal y punto. Si aún Kinect nos ofreciera algún juego fuera de lo normal podríamos darle una oportunidad, pero fue una experiencia absolutamente olvidable.En primer lugar, probamos Dance Central, que es el infierno de todos los torpes. El juego nos obliga a hacer un montón de movimientos espasmódicos y nada cómodos (al contrario que el más divertido Just Dance 2 para Wii), tras los que decidirá grabarnos durante un rato haciendo el más absoluto de los ridículos. Si no tenéis ningún tipo de vergüenza, os gusta bailar y tenéis dinero a espuertas, quizá Dance Central pueda gustaros. De lo contrario, alejaos como de la tiña. Algo mejor, pero sin tirar cohetes, resulta Kinect Sports, en el que tuvimos oportunidad de jugar a un juego de coches que, dentro de su entretenimiento, resultaba algo complejo de manejar. Si muchos ya se quejaron con el volante de Mario Kart Wii, en este juego la cosa da un paso más allá: Ni siquiera hay volante. Controlamos los volantazos, los turbos, los saltos en el aire… Pero en lugar de ser suave y tranquilo, resulta todo excesivamente brusco e impostado. Para que el personaje de nuestro coche salte y pegue vueltas, nosotros deberemos agacharnos. Para que el turbo tenga lugar hay que llevar el volante hacia atrás y soltarlo con fuerza hacia delante… Normas bastante incomprensibles y poco intuitivas que nos llevan a pensar inmediatamente en un juego poco pensado que, pese a todo, resulta tan entretenido como frustrante (al menos al principio. Suponemos que todo es cogerle la forma a Kinect para ir mejorando). Cuando Wii nos presentó Wii Sports, la cosa se entendía a la primera: Había que dar raquetazos para jugar a tenis. Kinect no se entiende de manera tan sencilla y al primer vistazo. No es tan simple como Microsoft nos lo está intentando vender, y ese va a ser su gran fallo (bueno, ese y su precio). Mientras que Move se entiende con la misma facilidad que un Wiimando, la idea de Kinect, aunque buena sobre el papel, ha terminado siendo un fiasco. Microsoft ha hecho bien su labor de intentar metérnoslo por los ojos, pero, a falta de propuestas más arriesgadas (y menos casuales), de momento tenemos que suspender rotundamente a Kinect, un experimento que no ha salido bien y que no ha conseguido atraernos demasiado en un primer vistazo. Una pena. Leer más sobre Kinect
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