Los certificados SSL permiten emplear una firma digital en las páginas Web de modo que los usuarios puedan comprobar su autenticidad. En teoría, una página con un certificado SSL activo es segura a nivel de protección de datos de sus clientes y fiabilidad de sus contenidos.
Por defecto, los navegadores Web reconocen una serie de autoridades de los certificados (CA), por tanto todo el proceso de autentificación está automatizado. Cuando un navegador Web se conecta a una página sin un certificada válido, el usuario recibirá un aviso bastante desagradable indicando que la Web no es de confianza.
Cuando ocurre esto en la Web de un negocio, muchas veces los compradores potenciales abandonan la página y se pierden ventas. Adquirir un certificado es fundamental, pero sólo es el comienzo de todo el proceso, porque luego tendrás que configurar tu servidor para poderlo utilizar. Cada página HTTPS segura requiere una dirección IP única y un certificado que corresponda con su CA. Si se comprueba la información del certificado y la firma no es correcta o no es reconocida por la CA, los navegadores arrojarán un error. Si vas a comprar un certificado, asegúrate de documentarte al máximo, las CA suelen ser realmente caras y podrías acabar pagando cientos de euros más de lo que deberías. Fotografía