Ayer os mostraba un invento, de los que cada año salen tres o cuatro, que podría revolucionar la industria energética mundial. Su inventor, Mark Tanner, asegura que esta turbina puede convertir los apenas 10 CV de potencia que necesita para iniciar su funcionamiento en más de 80 CV.
Como la cosa ha creado cierto revuelo creo que merece una explicación más profunda. El principio básico que utiliza esta turbina es similar al que se emplea en los túneles de viento o en los turbos de los motores diésel y, últimamente, también los de gasolina.
Solo que, evidentemente, en ninguno de estos ingenios se crea energía, como tampoco en el de Tanner. El artefacto usa el bien conocido Efecto o Ecuación de Bernoulli, que por cierto es una de las razones gracias a los cuales vuelan los aviones. La ecuación se usa para explicar el comportamiento de un fluido moviéndose a lo largo de una línea de corriente a través de un conducto cerrado, entonces la energía que posee el fluido permanece constante en todo su recorrido. Esa energía tiene tres componentes: cinético (velocidad del movimiento), gravitacional (depende de la altitud) y la de flujo (la presión a la que está contenido ese flujo). PUBLICIDADPUBLICIDADEso quiere decir que, si cambiamos cualquiera de estas tres variables, también modificaremos las otras dos. Lo que esta maquina hace es variar la presión a lo largo del recorrido para aumentar la energía cinética del fluido (aire en este caso). De hecho, llega a multiplicar por ocho su velocidad gracias a una pequeña corriente eléctrica. El resto es aprovechar ese movimiento para crear electricidad de nuevo que alimente una red doméstica o transmitirlo a las ruedas de un vehículo. Para ello habría que crear una turbina de mayor tamaño, aunque me imagino que no sería demasiado caro porque el artefacto que ha presentado Mark Tanner está construido con materiales caseros. Y es que este buen señor es el típico inventor de garaje aunque, en esta ocasión, no ha dado con ninguna piedra filosofal porque su turbina no crea realmente energía.A bote pronto, se me ocurren al menos dos de las tres leyes de la termodinámica que tendrían algo que decir en contra de que esta tecnología pueda proporcionar energía realmente, este invento también podría tener una aplicación en, por ejemplo, coches eléctricos que acumularan energía en sus baterías y luego emplearan esta turbina para multiplicar su potencia durante cortos períodos de tiempo. Vía