Ya os lo avanzaba el otro día: estaba cantado que Jean Todt, con el apoyo explícito de la mayoría de los comisarios, iba a salir elegido nuevo presidente de la FIA. Max Mosley, antiguo abogado de Bernie Eclestone por casualidad, abandona el puesto tras 16 años de una gestión alineada completamente con los intereses de la F1.
O quizá sería más acertado decir con los de su propietario.En estos años hemos visto crecer a la máxima categoría del motor hasta hacerse un gigante. Aunque como todos los regímenes gobernados por una misma persona durante muchos años, como mínimo, comienzan a parecerse a un cortijo más que a otra cosa.
Jean Todt deberá representar una pequeña renovación en todos los sentidos. Si bien, quien sí había avisado que quería mirar debajo de las alfombras era el otro candidato, Ari Vatanen. El finlandés pretendía reformar en profundidad la FIA para darles más protagonismo a los países emergentes de Asia, América y África. Vamos, un suicidio electoral teniendo en cuenta que la mayoría de los 131 delegados vienen de los países que más perderían con el cambio. La honradez de algunos nórdicos a veces no les hace ningún favor.PUBLICIDADPUBLICIDADEl francés, antiguo patrón de Peugeot en los Rally de los ochenta y comienzos de los noventa, hizo una larga carrera como copiloto en el Mundial de Rallys. Tras ganar varios campeonatos de constructores y varios Dakares con Ari Vatanen de piloto, Jean Todt decidió pasarse a la F1. De esa última parte de su carrera logró siete títulos mundiales en la máxima categoría, hasta pasar a ser CEO de Ferrari.En su programa electoral Todt proponía la “creación de un Grupo de Revisión de Comisarios Deportivos para analizar las posibles mejoras en el sistema de actuación de éstos en los principales campeonatos FIA, así como para analizar el desarrollo de formación para comisarios deportivos con el fin de fomentar su desarrollo profesional”. Esperemos que los cumpla todos.Vía