Esta semana, Volvo celebra el décimo aniversario de la construcción de su laboratorio de pruebas de impacto.
Situado en la ciudad sueca de Torslanda, a lo largo de este tiempo se han realizado allí alrededor de 3.
000 crash test con vehículos reales.
Aunque existan instituciones como EuroNCAP, todas las marcas tienen esta clase de instalaciones.
De hecho, las que se toman la seguridad más en serio siguen unos estándares propios y mucho más exigentes en este sentido.
Cuando fue inaugurado en el año 2000 por el rey Carl XVI Gustaf, este centro era el más avanzado del mundo en su categoría.
Durante estos años, una serie de continuas mejoras lo han seguido manteniendo en la elite mundial.
La última incorporación han sido unas cámaras de alta velocidad capaces de adquirir 200.
000 imágenes por segundo.
En España hay dos lugares equipados con estos mismos sistemas: el CIDAUT de Valladolid y el IDIADA, en Tarragona.
El centro de pruebas tiene dos pistas, una fija y la otra móvil que puede ajustarse desde 0 a 90 grados.
Esto permite reproducir una amplia gama de situaciones con impactos frontales, laterales y en todos los ángulos.
Un aspecto en el que EuroNCAP, seamos sinceros, es muy deficitario pues las pruebas de choque son frontales, laterales y frontolaterales únicamente.
Además, aquí también se pueden generar accidentes entre dos vehículos en movimiento.
“El grado de precisión en un test en el que se están moviendo dos coches que colisionan a 50 km/h es de 2,5 centímetros.
Esto corresponde a dos milésimas de segundo, como comparación, el parpadeo de un ojo humano necesita alrededor de 60 milésimas.
Nuestro objetivo es claro: conseguir que en 2020 nadie que se compre un Volvo nuevo resulte jamás muerto o herido de gravedad en un accidente de tráfico mientras conduzca su coche”, Thomas Broberg.
Consejero de seguridad de Volvo.
Traducción libre.
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