El fabricante japonés participado mayoritariamente por el grupo Ford cumple este 2010 90 años de existencia.
Por eso quizá –y porque dentro de otros diez la ocasión será todavía mejor- no veamos unas celebraciones fastuosas como las que hemos vivido recientemente con otras marcas.
Sin embargo, la historia de Mazda está trufada de hitos y triunfos que han apuntalado su éxito durante nueve décadas.
Uno de sus puntos fuertes ha sido su espíritu innovador para hacer cosas nuevas y una línea de dirección que ha producido diversas tecnologías revolucionarias.
El ejemplo más notable y conocido de todos es el de haber sido los encargados de llevar a la práctica las teorías de Félix Wankel, el ideólogo e inventor del motor rotativo.
El primer coche con esta tecnología, tras los trabajos de Kenichi Yamamoto, fue el Mazda Cosmo Sport de 1967.
Esta tecnología se emplearía en casi 2 millones de vehículos Mazda, entre los que se cuentan ganadores del Campeonato del Mundo de Rallys, el Mazda 787B que ganó las 24 Horas de Le Mans en 1991 o el actual RX-8 con motor rotativo RENESIS.
En 1990 los ingenieros de Mazda utilizaron por primera vez hidrógeno como combustible de un motor rotativo.
La tecnología rotativa de Mazda aventajaba en varios aspectos a los motores de pistones que utilizaban hidrógeno.
La mezcla hidrógeno/aire es más completa, gracias a un proceso de mezclado más intenso y a una admisión más larga.
Las detonaciones no son un problema, porque en el motor rotativo la cámara de admisión está separada de la de combustión y se mantiene a menor temperatura.
Mazda también fue el primero en desarrollar la tecnología i-Stop, un sistema de parada y arranque que detiene el motor cuando éste se encuentra al ralentí (Start & Stop).
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