Se esperaba que se tomase una decisión al respecto durante la pasada “semana del coche eléctrico” que se celebró en Berlín y que aglutinó a gran parte de los políticos y de la industria.
El problema es que únicamente se reunió su parte más importante en Europa, la alemana, sin ninguno de los del resto.
Me refiero al ya problemático asunto de la normalización de los sistemas de recarga para coches eléctricos.
Así, la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (Acea) ha tenido que llegar a definir las especificaciones para conectar los coches eléctricos con la red de recarga sin tener en cuenta, por falta de acuerdo, a los estados miembros de la Unión Europea.
Ahora lo que falta es que se llegue a un proceso de estandarización para que no se perjudique económicamente a los fabricantes e incluso a los usuarios.
Es de agradecer que hayan sido las firmas automovilísticas las que se preocupen de proteger los derechos de sus usuarios.
Hay que recordar que en un caso parecido, el de los cargadores de los teléfonos móviles, cada compañía sacó el cargador que le dio la gana y ha sido después de muchos años que la Unión Europea se decidió a actuar y les impuso hace un tiempo la normalización hacia el mini USB, que debería entrar en vigor en poco tiempo.
“Hemos dado un paso muy importante.
Queremos evitar una situación en la que los consumidores tengan que cargar con una multitud de cables de recarga para usarlos en diferentes ciudades, regiones y países, justo lo que vemos en la actualidad con productos como los teléfonos móviles”, Ivan Hodac, secretario general de Acea.
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