Irán es un país desconocido en occidente, desde donde muchos lo miran con recele a causa del régimen político allí asentado desde finales de los años setenta.
Pero aunque las faltas de libertades que afectan a toda la población y sobre todo a las mujeres son denunciadas, no lo es el uso que su gobierno haga de las enormes ganancias que se generan de la venta del petróleo.
Siempre, claro está, que no se inviertan en algo que suene a tecnología nuclear.
El caso es que se gasta mucho dinero en las universidades técnicas del país, en parte porque quieren desarrollar su tecnología petrolífera y también para toda clase de propósitos científicos y políticos.
Uno de los casos más curiosos es su facultad de robótica de la Universidad de Teherán, que han realizado un robot que parece clónico del Ashimo realizado por Honda.
Con el nombre de Surena-2, hizo su debut en público hace dos meses en un acto con Mahmoud Ahmedinejad, presidente de Irán.
Más abajo podéis ver un vídeo de su primera aparición en la televisión persa, en el que Surena-2 demostró sus dotes de bailarín y que puede mantenerse a una sola pierna.
Pero no se acaban aquí los logros científicos iraníes.
Hace dos semanas, la Universidad Tecnológica de Isfahan publicó un interesante descubrimiento.
Han conseguido obtener un biocombustible de gran calidad a partir de los tallos y la paja de la planta de arroz.
El logro se ha conseguido porque los químicos de aquél país están muy avanzados en lo que a conocimientos de las reacciones orgánicas y de hidrocarburos se refiere.
Han conseguido obtener 15,3 gramos de carburante por cada kilogramo de material usando ácido sulfúrico y una concentración de un compuesto sulfurado a 180 ºC durante tres horas.
Parece un proceso sencillo y, sobre todo barato.
Siempre que ya tengas dispuesta o gratis la fuete de calor.
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Vía
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