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Un grupo diverso de estudiantes está tomando notas y prestando atención a su maestra. En un monitor a su lado, hay una presentación de PowerPoint mostrando «las principales organizaciones de las comunidades autónomas» y un mapa político de España. El grupo es heterogéneo y está compuesto por personas de origen latinoamericano, una mujer que lleva un velo, dos personas de Filipinas y una de Bielorrusia, todos compartiendo un objetivo: obtener la ciudadanía española.

Lograr la nacionalidad española es un sueño que a menudo implica un viaje largo y desafiante para los extranjeros, sobre todo para aquellos que no tienen raíces familiares españolas. La vía más común para estas personas es la denominada nacionalidad por residencia, cuyos requerimientos varían según el país de origen.

Florinda Sarmiento, una señora venezolana de 74 años quien ha estado en España por cuatro años, expresa su amor por el país. «Doy gracias a Dios porque, a mi me encanta todo de España. Estoy muy contenta aquí, desde la seguridad hasta la asistencia social», dice. Su objetivo es obtener la nacionalidad, como ya lo han hecho su hija y su bisnieto, para sentirse más segura y legitimada.

Wilson Omar Martínez, un hondureño de 47 años que llegó a España hace dos años, comparte la misma meta. Sin tener aun documentación completa, él anhela la ciudadanía para sentirse más tranquilo y legítimo, «No es que nos sintamos mal, pero es como que uno se siente más en paz, muchísimo mejor cuando tiene sus papeles, ¿no es cierto?».

Generalmente, para adquirir la ciudadanía española, se necesita haber vivido en España durante una década de manera legal y consecutiva. Sin embargo, este período puede ser reducido a cinco años para refugiados o a dos años para quienes soliciten desde países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Portugal o judíos sefardíes. Además, si el solicitante está casado con un ciudadano español, solo necesita residir un año en el país.

Es necesario pasar un examen de conocimientos generales
Para reforzar la residencia legal, uno tiene que demostrar buen comportamiento, no tener antecedentes criminales y estar integrado a la sociedad. Este último punto, que es el más difícil de evaluar, se comprueba, además de un examen de español, con una prueba que demuestra el conocimiento básico de la administración y la cultura española.

«Muchos conceptos en el examen son difíciles de entender para las personas que vienen de sistemas políticos distintos al nuestro», dice Alejandrina Fernández de Ceballos, quien dirige la oficina municipal que asesora a los inmigrantes en el sur de Madrid. Aquí se ofrecen cursos de preparación para el examen de ciudadanía cada dos meses.

El examen consiste en 25 preguntas de elección múltiple, escogidas al azar el día del examen de un manual con 300 preguntas posibles. Los candidatos deben responder correctamente al menos 15 preguntas. «Los derechos y obligaciones, la Constitución española, el sistema de administración en España, cómo se organiza el Estado, etc., son algunos de los temas que se tratan en las clases», explica Fernández de Ceballos. «Además, hay una sección sobre cultura, que a menudo es la más divertida para los candidatos, incluyendo tradiciones, comidas, celebridades, parques naturales, etc.».

El proceso se ha hecho más eficiente.

Para aquellos que solicitan la ciudadanía española, deben superar un examen de conocimientos generales y lingüísticos, si corresponde, además de presentar documentos relevantes para su verificación por parte del Ministerio de Justicia. El objetivo es garantizar que no existen antecedentes penales y para confirmar que no hay problemas de seguridad nacional, incluso a través del CNI. Tras la aprobación de esta revisión, el solicitante realiza un juramento de lealtad a la Constitución, recibe su DNI y, por definición, se convierte en ciudadano español.

Vicente Marín se ha centrado en la ley de inmigración desde que se graduó de la universidad hace 25 años. Dirige su propia oficina en Granada, la cual se convirtió en una de las primeras en proporcionar servicios online a través de su página web parainmigrantes.info, asistiendo a inmigrantes en toda España. Con un equipo de 15 personas, su firma se encarga de una variedad de asuntos de inmigración y reconoce que la regularización puede ser un proceso más difícil que la adquisición de la ciudadanía una vez que se ha obtenido la situación legal.

«Es un proceso que puede ser relativamente fácil si te comportas bien, si te familiarizas con el proceso y tomas las precauciones necesarias, lo más probable es que te nacionalices», explica Marín, quien ha asistido en miles de adquisiciones de nacionalidad.

Las estadísticas revelan un creciente número de extranjeros adquiriendo la nacionalidad española en los últimos años. En 2023, un número récord para las últimas dos décadas, 240.208 personas adquirieron la ciudadanía española de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística. Esta ha sido la tendencia desde 2017, cuando la cifra alcanzó su punto más bajo en ese periodo con 66.498.

Marín reconoce que históricamente los trámites han resultado ser bastante laboriosos. Pese a los múltiples esfuerzos efectuados por la Justicia para establecer un tiempo de respuesta razonable, no fue sino hasta 2015 cuando se implementó una plataforma electrónica para facilitar el proceso. Aunque se han implementado diversas medidas de emergencia, los resultados más significativos se observaron en el último año con un aumento notable en las resoluciones.

Debido a la aceleración de los plazos, se han logrado reducir dramáticamente los tiempos de respuesta que habitualmente tardaban hasta cuatro años. Ahora, algunos procedimientos pueden ser solucionados en algo más de un año y en algunos casos incluso en menos de un año. Según el letrado, si el proceso tarda más de un año, se puede optar por la vía judicial, pero dado que los tiempos de respuesta se han reducido considerablemente, cada vez menos personas sienten la necesidad de recurrir a esta alternativa.

Ríos, una mujer venezolana, pasa por un caso excepcionalmente prolongado y complicado. Al mudarse a España a los 26 años, comenzó a dar clases de inglés aprovechando su experiencia viviendo en Estados Unidos. Su abuelo y su madre eran españoles, lo que facilitó su proceso de obtención de varias tarjetas de residencia que le permiten trabajar legalmente en el país.

En 2020, después de vivir legalmente en España por seis años, inició el proceso de naturalización con ayuda del despacho de Marín. Recibió una llamada con noticias prometedoras en diciembre de ese año en la que se le informó de la recepción de su expediente en el Ministerio para evaluación. Sin embargo, cuatro años más tarde, todavía está esperando una respuesta.

Considerando mi situación actual, no siento que mi vida se vaya a transformar de manera drástica al obtener la ciudadanía. Ser capaz de viajar con mayor libertad ciertamente es un aspecto atractivo. Sin embargo, dada la situación política en Venezuela, el hecho de poder votar me resulta indiferente.

Las mayores ventajas de obtener la ciudadanía para alguien con residencia legal son el acceso a servicios bancarios, la capacidad de viajar sin visa por Europa y la oportunidad de ejercer el voto en las elecciones generales. No obstante, no considero que esto alterará mi vida de forma sustancial. Bajo mi punto de vista, lo más relevante es ser capaz de desplazarme libremente.

Contrastando con mi experiencia, tenemos a Marcos Ochoa, un argentina que obtuvo su doble ciudadanía hace un año. Llegó desde su Argentina natal en 2019, con un contrato de trabajo a la edad de 46. Necessitó representación legal para ordenar su documentación. Solicitó su residencia y, después de las respectivas renovaciones, pudo pedir su ciudadanía dos años después de su llegada. Este proceso le llevó menos de un año.

Después de trabajar en diferentes países como Estados Unidos, China, Brasil, Italia y Australia, Marcos tomó la decisión de establecerse en España cuando su empresa le ofreció ese destino. Al cabo de seis meses de su llegada, su esposa e hijos le siguieron. Todos ellos obtuvieron su ciudadanía española en poco tiempo.

«España me brindó la oportunidad a mí y ahora a mis hijos también. Me siento profundamente agradecido por la acogida, aceptación, inclusión y por hacerme parte de su sociedad», comenta Ochoa. «Por lo tanto, me identifico con orgullo como español, adoro España. Mis amigos hicieron chistes durante la Copa Mundial de Fútbol, preguntándome si apoyaba a España o Argentina. Respondí sonriendo: ‘Mira, junto con mis hijos, contribuyo a este joven equipo español que nos dará mucha felicidad. Argentina está a punto de entrar en una transición generacional…’. Sin embargo, durante la Eurocopa de este verano, no hubo ningún conflicto. Ya me identifico como español, me siento español y estoy orgulloso de serlo».

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